Queridos lulilectores...
Ayer estuve por la mañana en la cafetería de la facultad. Había quedado para tomar algo y charlar, y me pasé más de media mañana allí, con lo que tuve ocasión de ver a cantidad de personas que iban y venían: estudiantes, secretarios, profesores.
Cuál no fue mi sorpresa al ver aparecer a uno de los profesores que más asignaturas me ha impartido a lo largo de la carrera (aunque, aun así, dudo que se sepa mi nombre). A veces le veo en la cafetería, leyendo el periódico, pero la novedad ayer radicaba en que no iba solo, sino acompañado por una chica joven.
Cualquiera que los hubiese visto hubiera pensado que el profesor le preparaba una tutoría personalizada a cualquiera de sus alumnas. Sin embargo, el anillo de casados los delataba. Ya desde la primera vez que tuve a ese profesor, se disparó el rumor de que había tenido una historia con una alumna de último curso; que se habían unido en santo matrimonio después. Fue tremendamente polémico, estuvimos mucho tiempo debatiéndolo.
¿Quién será ella? Nos preguntábamos. Bien, pues yo ayer tuve ocasión de verla por primera vez y constatar que, cuando el río suena, agua lleva. Vamos, que no es ninguna leyenda urbana, sino que, efectivamente, un profesor de la universidad se lió con una chica de una de sus clases y se han casado. El contraste cuando los vi sentados juntos era acusado: perfectamente podría haber sido su hija, porque ella aún no rozará los 30 (calculo yo), mientras que él no andará lejos del lustro.
Vamos, que mientras yo estaba ahí a lo mío, pero mirando disimuladamente (porque se me sentaron en frente), ellos se sacaron de una bolsa de plástico dos gigantescos tupperwares repletos de comida y accesorios varios (cubiertos, servilletas, vasos, agua...). Como quien se va de picnic, oye. Solo que en la cafetería de la facultad. Mi asombro fue en aumento porque, no contentos con eso, de repente vi un bote de SALSA BARBACOA del Mercadona, de la marca Hacendado, encima de la mesa, como salido de la nada. Y el profesor (mi profesor), todo ufano, le añadía generosas cantidades de salsa barbacoa a su tupper en mis mismas narices, para mayor deleite mío, por supuesto.
Huelga decir que aluciné. No es que reproche a mi profesor que coma de tupper con su mujer en la cafetería (al más puro estilo estudiantil), solo que... ¿también se irán juntos de botellón, de quintos o a bailar a una discoteca a la que entras por lista? Juas.
Venga ya, ¿sabéis la pasta que debe ganar ese hombre? Lleva mil años en esa universidad, no es un mero profesor sino que tiene cargos (quizá sea catedrático, quien sabe), y el puñetero menú de la cafetería cuesta 5 euros (hay platos combinados por 3). ¿Dónde se ha visto que el profesor coma de tupper allí, en mitad de los estudiantes? Dios, qué imagen más peculiar me brindó ayer; me ha roto por completo los esquemas.
¿Por qué siempre soy yo la que tiene que ver esas cosas? Aunque, por otra parte... ¿sabéis lo bien que me lo pasaré contándoselo a mis compañeros? xD
Besazzos,
*Luli*
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