sábado, 8 de septiembre de 2012

Adiós, Lulimundo

Queridos lulilectores...

Termina el verano, con él mis vacaciones blogueras. Bueno, y el blog en sí. Ya lo comenté, esto no se sostiene. Y la verdad es que me sabe mal porque ha sido bonito. Parte de mi juventud. Mi primer medio de expresión, mi primer grito al vacío. Algo íntimo y dulce, muy mimado y cuidado por mí, o por mi yo adolescente. Es amargo tener que decir adiós. Pero debo pasar página.

Al final no me cogieron para ese trabajo. Aun así, no estoy triste, creo que soy joven y que pueden presentarse más oportunidades. Ahora estoy en un medio de comunicación haciendo prácticas. No está mal, la verdad, y aprendo bastante, que es lo que importa. Estoy a punto de terminar mi primera carrera universitaria y, con ella, otra etapa más de mi vida.

Yo he cambiado. Ahora soy bastante más hosca, tengo unos pensamientos más graves que hace unos años, y sonrío menos. Es una pena. He empezado a colaborar en otro blog bajo un pseudónimo diferente. Mis entradas de ahora son más agresivas, tanto que puede haber gente a quien le pareceré algo borde. No me importa. Siguiendo mi línea de anonimato habitual, diré que en la otra bitácora soy Sujeto P. De nuevo, no soy yo estrictamente hablando, sino un personaje que habla por mí en la red. Es una chica joven sin pelos en la lengua que tiene las cosas quizá un poco más claras que Luli, pero que por algún extraño motivo sigue perdida en la vida. No es tan meditativa como Luli, es más directa y visceral. Sin muchos circunloquios, va al grano y no deja rama verde. Si hace falta insultar, se insulta. Si hace falta lanzar un juramento, se jura. Porque ya está bien de morderse la lengua, hombre.

La ventaja del otro blog es que no lo modero yo, sino otra persona para la cual colaboro. Está bien, porque así no me tengo que preocupar de que esté desactualizado pero, por otro lado, tampoco puedo subir entradas cada vez que me dé la gana, ya que somos varios los que participamos. Aunque puedo escribir tantas como quiera. Y decir lo que me parezca también.

Así que, queridos lulilectores, la vida pasa también por Luli, igual que para el resto de todos vosotros. No sé si me perderéis la vista, recordad que los alemanes dicen "Man trifft sich immer zwei Mal im Leben", así que quizá algún día volvamos a coincidir, en otro blog, en otra web, por la calle misma. Quizá nos crucemos un día por el metro y no sepamos quiénes somos. Son los avatares del destino, de mi querido destino, del siempre presente Señor D.

Ha sido un placer, lulilectores, haber podido compartir mi mundo con vosotros durante estos años. Me habéis ayudado a no sentirme sola, a saber que mis palabras no siempre se perdían en el vacío de la existencia. No quisiera irme sin dejaros antes con un consejo musical para hoy: Maybe, de Janis Joplin. No hay nada más hermoso en esta Tierra que los primeros 45 segundos de esa canción. Ese primer "maybe" es lo más perfecto que ha podido crear un ser humano desde el Quijote o las Meninas de Velázquez. Vale, exagero, pero era una manera elegante de decir que este tema es jodidamente brillante y que siempre consigue ponerme la piel de gallina. Además, tiene el toque melancólico que tanto le pega a esta última entrada del blog de Luli Manuli.

El otro día vi por la calle a uno de los chicos que más me han marcado en los pocos años que llevo vividos. Le vi de lejos, y él a mí, pero ninguno dijo nada, ni hizo un gesto amable ni una señal ni nada de nada. Rien de rien. Fue mi primer amor, pero de esto hace mucho tiempo. Aquella no-reacción mutua me hizo comprender que todo ha terminado, que las historias acaban y que la vida sigue. Hay que adaptarse a ello, asumirlo y no dejarse amilanar por las circunstancias, sino afrontar el temporal con dignidad. Recordad que sin dolor no hay avance. ¿Y cuál es el sentido de la vida sino avanzar poco a poco en el pasar del tiempo? Os lo cuento como pequeña divagación, a modo de última confidencia blogueril.

Esta tarde he hecho otra de las listas que suelen rodearme tan a menudo para enumerar las cosas que tengo pendientes ahora que termino la universidad. Una de ellas era "cerrar el blog", y entonces me parecía muy fácil, porque hace mucho tiempo que no lo uso. Pero ahora, aquí sentada una vez más frente a la pantalla del ordenador, y escribiendo quizá por última vez como Luli, se me encoge el corazón y solo la presencia de mis padres en el salón impide que me eche a llorar. Siento que este blog ha sido como una primera novela sin publicar, como el primer borrador de una historia que todavía está por escribir, pero que ha costado mucho de confeccionar.

Te he querido, blog. He sido feliz escribiendo aquí para todos vosotros. Gracias a todos aquellos que me comentabais cuando era más joven y más sensible, que es cuando realmente lo necesitaba. Gracias a todos aquellos que lo habéis seguido haciendo, o que solo lo hicisteis una vez, o que no me comentasteis nunca pero que me habéis leído. Gracias simplemente a todo aquel que haya pasado alguna vez por aquí y haya conseguido sonreír gracias a mí. Me ha hecho sentirme acompañada, y la soledad es lo que más me pesa.

Os dejo, lulilectores. Tal vez para siempre. Maybe, como dice Janis.
Os quiero. Muchas gracias por todo. Estoy realmente triste, porque nunca creí que este día pudiera llegar de verdad. Pero así son las cosas.

Os deseo la mayor felicidad y ventura del mundo. Me despido con el lulibesazzo más grande y tierno que jamás pude regalaros. Esto es un adiós. Hasta aquí hemos llegado. Tengo casi 23 años. Adiós.

Adiós.

Atentamente:

Luli Manuli. :)



jueves, 28 de junio de 2012

¿Será posible el milagro?

Queridos lulilectores...

Acabo de enviar un correo electrónico a una Fundación para solicitar un puesto de trabajo. Es un puesto de trabajo imposible de conseguir (o muy muy improbable), pero bueno, el no ya lo tengo, ¿verdad? Quién sabe si me dirán que sí. Siendo realista, lo veo muy complicado (pero que muy complicado), aun así, me dispongo a rezar. ¿Y si el milagro fuera posible?

Si me dieran el trabajo, creo que me volvería loca. Si no... ya lo estoy un poco.
Queridos lulilectores: solicitar este trabajo es lo más disparatado que he tenido ocasión de hacer en mucho tiempo. Ahora la suerte está echada. Quieran los entes superiores escuchar mis oraciones.

Alea jacta est.

Besazzos, y rezad conmigo.

*Luli*

martes, 26 de junio de 2012

Sobre chicos y tontas

Queridos lulilectores...

Bien. Después de emotivos discursos recientemente formulados, me propongo a pasar al grueso del asunto. Soy Luli Manuli, tengo 22 años y ahora mismo estoy en la biblioteca municipal. Levanto la mirada y veo aparecer a una rubia oxigenada con la cara rebozada en cola-cao y un minivestido de volantes rojos (indumentaria veraniega donde las haya, sin duda). Esa muchacha estudia periodismo. Bueno, lo de estudiar es un eufemismo. Y lo de periodismo, creo que también.

Para ser la última semana de junio, hay mucha más gente de la que me pensaba. Pero dejad que pasen unas cuantas semanas y el calor pegue fuerte -fuerte de verdad, nada de milongas de 32ºC como hasta ahora-, y aquí ya no quedará ni cristo. Mi mirada, gentilmente liberada por mi cerebro del yugo de la tonta del vestido rojo, se sitúa un poco más allá. En el chico de la mirada profunda.

Hace mucho tiempo que no le veo. Por lo menos un mes y, para alguien que viene de forma regular a la biblioteca para trabajar un poco -o para bloguear-, un mes es bastante tiempo, sobre todo si se tiene en cuenta que antes de eso coincidíamos cada día. Quizá dejara de venir cuando esto se llenó de gente que se preparaba para los exámenes de selectividad: era época fuerte de exámenes y la biblio estaba saturada.

No sé cómo se llama, ni siquiera me sonaba de vista antes de verle en la biblioteca por primera vez. Al principio creí que estaba estudiando una carrera dura (ingeniería, medicina, derecho... en fin), porque el muchacho se pasaba diariamente sus 8 horas rigurosas en estos lares. Después mi amiga Sujeto R me comentó que él y unos cuantos más se están sacando lo de policía, que se ve que es bastante difícil. No lo negaré: al escuchar esto se me cayó el mito de forma considerable.

Es un chico normal, algo más alto que yo y mayor, de piel y cabello oscuros, con el gesto taciturno y una mirada penetrante. Un cuello y unos brazos poderosos, viriles. Tiene cierto aire moruno. No me parece guapo, estrictamente hablando, y tampoco me gusta en el sentido romántico, pero algo en él me atraía -me atrae, recordemos que lo tengo sentado unas mesas más adelante- de una manera considerable. Es como un imán para mis ojos: siempre que levanto la cabeza de mi trabajo le observo con detenimiento.

Él me ignora, nos ignora a todos. Está concentrado en sus tareas y no se levanta más que un par de veces para fumar un cigarrillo -los lía antes de salir- y tomarse un respiro. Después, sigue con lo suyo. Lo que me rompió la magia (por llamarlo de alguna forma) fue el saber que no estudiaba en la universidad. No me entendáis mal: no tengo nada en contra de la gente que no estudia en la universidad, pero valoro mucho a la gente que sí lo hace. Es el poder del intelectualismo; para mí tiene una gran influencia, porque me inspira mucho respeto el saber que alguien está ocupado con fórmulas imposibles, con células extrañas o con autores imposibles. Me gustan los intelectuales. Y aún vinculo -supongo que soy una idealista- la universidad al saber y al conocimiento.

Aun así, dejando de lado este pequeño detalle, la verdad es que sigo contemplándolo pensativa cuando se me presenta la ocasión. No sabría decir por qué. Quizá no sea un intelectual -quizá sí, quién sabe, el hecho de que no estudie en la universidad tampoco significa que uno no pueda ser un intelectual-, pero sin duda es un chico constante y trabajador. Todo en él me parece seductor: gestos masculinos como rascarse la barbilla pensativo, desperezarse brevemente, sonreír con picardía. Su silencio, su aparente despreocupación por lo que le rodea. La manera en que se coloca el lápiz detrás de la oreja. Todo le da un aire muy interesante.

Y, sinceramente, creo que es mucho mejor poder posar la vista sobre un chico callado y tranquilo que sobre una rubia imbécila que no calla ni debajo del agua y que solo se dedica a pasearse con tacones y a enseñar cacho cada vez que le da por asomar la cabeza por aquí. Cada uno se entretiene como quiere.


Besazzos,

*Luli*

Mi pre-adiós. Dejémoslo en "pre"

Queridos lulilectores...

O, mejor dicho, querido lulimundo.

Hace mucho tiempo que no paso por aquí a oxigenar mi Escorzzo. En realidad, hace unos meses se me ocurrió la idea de que mi etapa bloguera había llegado a su fin; un fin que, quizá, no quise aceptar con antelación. Pensé en abrir otro blog distinto, con otro nombre y con otra cuenta, para escribir cosas diferentes, pero después me dije: para qué.

No lo haré, al menos de momento. No, porque las cosas que ahora ocupan mis quehaceres son de duración limitada, y no tiene sentido abrir un blog solo por cuestión de unos meses, para después dejarlo pululando en el ciberespacio por el resto de la eternidad. Así que me dispongo a escribir aquí lo que me pase -más o menos como he hecho siempre-, para finalizar mi etapa de Luli Manuli de una manera definitiva.

Creo que Luli ha muerto en mí. Luli nació con 17 años, y ha pasado bastante tiempo desde entonces. Ha sido un ciclo, un ciclo bonito en el que he aprendido muchas cosas, pero un ciclo que cerraré en breve. Me despediré de Luli para siempre. Empecé con esto cuando estaba en el instituto; ahora estoy a punto de terminar la universidad. Aquí contaré mis últimas andanzas de la uni y mis primeros coqueteos con el mundo laboral (que empiezo el mes próximo), pero después daré por cerrado este blog, como todos los de Luli, y dejaré de haceros partícipes de mis hazañas y peripecias de adolescente. Ya no soy una adolescente.

Y me sabe mal. Me duele, pero creo es mejor eso que no ir escribiendo de uvas a peras (como últimamente), para contar cuatro chorradas y decir que no tengo tiempo, que ando muy liada y que algún día continuaré.

Creo que sí que continuaré, pero cuando lo haga ya no será como Luli, sino con otro nickname y en otro lugar. Y por otras razones. Tampoco afirmo que no vuelva a beber de este agua (siguiendo el célebre refrán), porque, quién sabe, igual dentro de unos años, meses o incluso semanas me entre la añoranza y reaparezca yo por aquí a decir hola qué tal, pero vamos, no es mi intención a corto plazo.

Dicho esto, y como presagio de lo que vendrá, despido esta entrada de reflexión para escribir otra, que es la que verdaderamente me interesa. Trataré de hacer mis últimos momentos lo más agradables posibles. Al fin y al cabo, me debo a Luli Manuli, a sus lulilectores y a su lulimundo.

Y antes de irme aún me quedan algunas cosas que decir.

Besazzos,

*Luli*

=)

miércoles, 8 de febrero de 2012

Nieve que se disuelve

Queridos lulilectores...

Ayer por la tarde me puse muy contenta, no porque hubiese tenido un día excepcionalmente bueno, o porque algún chico guapo me mirara picarón, o porque una enorme y elegante bandada de pájaros pasara por delante de mi ventana a escasos metros, no. Cuando empezaba a anochecer, el cielo se encapotó y unas nubes grises y densas empezaron a dejar caer finos copos de nieve que se arrebolaban entre ráfagas de viento. Un tiempo feo, pero delicioso si se tiene en cuenta que llevo todo el invierno esperando el fenómeno ilusionada (e infructuosamente, como a mi pesar debo constatar).

Regresé a casa después de las clases y me deleité pisando la inmaculada nieve esponjosa que el breve temporal había dejado a su paso. Huella aquí, huella allá. Cras-cras-cras, haciendo ese ruidito cercano al crepitar cuando las botas se te hunden mientras paseas por encima de ella. Fui feliz, sonreí. Que dure, pensé.

Sin embargo, esta mañana me he levantado y, aunque la nieve seguía en su sitio, obediente y quietecita, un belicoso sol desplegaba sus rayos de luz por todo el cielo azul, como quien estira los brazos recién saltado de la cama y se prepara para la llegada de un nuevo día. Lo he mirado ceñuda, pero me he dicho: démosle una oportunidad, quizá dentro de poco las nubes se lo vuelvan a comer. Lamentablemente, no ha caído esa breva: empecinado e inflexible como un mulo tozudo al que tratas de amarrar, ha aguantado inquebrantable toda la jornada, bañándonos de calidez -dentro de lo que cabe cuando las temperaturas son negativas- a nosotros y a la nieve, que poco ha poco ha ido diluyéndose en lenta agonía.

De modo que hoy, al regresar a casa después de las sesiones lectivas, he mirado los restos de blanco que quedaban por las calles y caminos con sentimiento de nostalgia, y lo último que he pensado mientras me limpiaba el barro de los zapatos en la alfombrilla de la entrada ha sido: qué raro que en ocasiones un día de sol nos ponga más tristes que la peor de las tormentas.

Besazzos,

*Luli*

jueves, 26 de enero de 2012

Retomemos el camino

Queridos lulilectores...

Y sí, lo sé, llevo meses desaparecida y sin dar señal de vida alguna, pero no importa, algún día seguiré escribiendo porque, aunque tarde tiempo en regresar, o parezca que no tengo nada más que decir, siempre continuaré, escribir forma parte de mi salud mental y es un ejercicio que practico con frecuencia. Y puede que algún día sea escritora. Y si no lo soy, de ilusiones también se vive. Un rato, al menos.

Por cierto, feliz 2012 ;)

Besazzos,

*Luli*

sábado, 12 de noviembre de 2011

Historias de desamor

Queridos lulilectores...

La historia de hoy es tan corta como triste como molesta. Y sencilla.

Trata de cuando alguien que te gustaba mucho, quizá demasiado, pero con quien no te has atrevido a dar el paso, demuestra sentimientos por una amiga tuya, y a ambos los tienes que ver cada día, y tienes que soportar sus miradas y sus sonrisas y sus silencios felices con estoica actitud y alguna que otra mueca porque, mientras fuerzas un intento de sonrisa indiferente para demostrar que no te importa, en realidad te revuelves por dentro y te esfuerzas por no llorar. Y lo injusto que es. Y lo mal que te sientes. Y saber que la cosa se va a alargar...

Oh, desamor.

Besazzos,
*Luli*