martes, 22 de marzo de 2011

Engañada como un chino

Queridos lulilectores...

En primer lugar, decir que mi ausencia de estas últimas semanas se ha debido a unos problemas técnicos con el Internet, que lo hemos tenido que cortar por unas chorradas de reformas en casa. De todas formas, en Fallas no suelo escribir mucho.

Sin embargo, ahora que ya han pasado, vengo a contaros mi aventura de hoy (y ni siquiera son las 11 de la mañana, conque imaginaos lo movido que viene siendo mi día ya a horas tan tempranas).

En la Peluquería Dori me han tomado el pelo (¿jaja, pilláis el chiste?).

Bueno, en realidad gracia me hace muy poca. Resulta que en la Peluquería Dori de Valencia (Convento Jerusalén, para más datos), me han tratado de una manera que no me ha gustado nada, por lo que no volveré a ir nunca más, todo sea dicho.

Tienen dos tipos de cortes: el de 13€, con secado a mano, y el de 23€ con secado con cepillo. Yo fui una vez (la primera) y le insistí a la chica en que me hiciera el de 13€, porque mi presupuesto de estudiante becada que se debe pagar un piso no es precisamente elevado, por decirlo de alguna forma, y no estoy para gastarme todos los meses (o cada dos meses) 23€ en tres centímetros, como comprenderéis, yta que me tengo que pagar otras muchas cosas: agua, luz, autobús, metro, tren... no por nada estoy dando clases particulares, para ganarme un dinerito que me permita algún capricho.

Pues bien. Aquella vez, me cobraron 13€. El local en sí es bastante pequeño, y las peluqueras, antipáticas y rancias. El precio es muy de capi (de capital xD) si lo comparo con la peluquería de mi pueblo: por 12€ te lo lavan, cortan y secan con cepillo, pero por un euro más... realmente me trae sin cuidado.

Hoy es la segunda (y última vez que he ido). Cuando ha acabado de cortámelo (yo previamente le había dicho ya que quería el corte y secado de 13€), me ha preguntado:

-¿Cómo quieres que te lo seque?

-A mano -le he dicho.

Y ha empezado a secármelo a mano. Solo que, al poco, ha cogido el cepillo y me ha repasado las puntas y tal para peinármelo mientras me lo acababa de secar. Como era otra peluquera, no la de la última vez, he pensado: bueno, lo está rematando, no pasa nada.

Y a la hora de cobrar... sí, efectivamente, 23€. Me he quedado indignada, pero, curiosamente, no le he respondido mal, ni le he puesto mala cara. ¿Para qué? Ella ha visto en mi mirada que, antes de salir por esa puerta, ya había tomado la decisión de no volver nunca más. Como si lo sospechara, ha murmurado un tenue:

-Hasta la próxima...

Sí. Hasta la próxima... TU P*** MADRE.

En resumen, me han engañado como a un chino, aunque lo único bueno es que ahora por lo menos tengo el pelo bonito, aunque aún me da mucha rabia todo este asunto. Solo de los errores se aprende.

Besazzos,

*Luli*